Cómo en muchos casos de los inventos de la humanidad, todo surgió de una necesidad. Es por eso que se mandó a tratar de encontrar un “suplente” a la manteca.
Durante el siglo XIX la mantequilla era muy, muy cara y los gobiernos no podían abastecer a su población. Por eso el Premier francés pidió a un científico que inventase algo que fuera igual a la mantequilla, pero accesible a todas las clases sociales.
La invención fue delegada a Hippolyte Mège-Mouriés, quién inventó una sustancia llamada oleo margarina.
Al tomar la grasa vegetal y al sacarle el líquido bajo presión se podía crear un sustituto ideal para reemplazar la mantequilla.
Durante la segunda guerra mundial Alemania la utilizó mucho y más tarde se convertiría en un negocio mundial.